Editorial

¿Qué celebramos los tabacaleros cada 1 de agosto, desde hace 52 años ?

Los tabacaleros salteños celebramos hoy nuestra condición de labradores, muchas veces de pequeña escala, pero siempre de gran trascendencia socioeconómica.
Son cincuenta y dos años de celebrar la perseverancia del hombre de campo salteño, comprometido en generar riqueza año a año, sobrellevando no pocas dificultades
provocadas por factores climáticos adversos y mercados sobre ofertados, en los que no resulta nada fácil participar en condiciones de competitividad.
A esto debemos sumarle la presión negativa de asociaciones de lucha contra el tabaquismo que, excediendo las propuestas de la Organización Mundial de la Salud,
embisten contra la producción tabacalera sin considerar que, al decir de la FAO, “…el tabaco es uno de los pocos cultivos que genera ingresos en pequeñas parcelas de
terreno, ofreciendo ingresos cuatro veces mayores que cualquier otro cultivo… La producción de tabaco tiene un efecto social positivo, combatiendo así el éxodo rural”.
Es esta una consecuencia poco considerada de nuestra actividad agroindustrial: el arraigo de las familias que evita migraciones desnaturalizantes y conflictivas hacia las
grandes concentraciones urbanas y conurbanas; lo que nos convierte en un componente indispensable para un proyecto que contemple el crecimiento armónico de la Nación.
Nadie debería ignorar la importancia de los cultivos intensivos como el tabaco, en la no pocas veces frágil realidad socioeconómica del interior.
Porque la producción tabacalera demanda más de 130 jornales por hectárea contra menos de medio que utilizan los cultivos intensivos, suscita alta ocupación tanto directa
como indirecta y los recursos que genera se reinvierten en las mismas regiones donde se lleva a cabo.
Hoy por hoy, no existe otra actividad agroindustrial que pueda sustituirla en condiciones socioeconómicas equivalentes.
De allí el empecinamiento de los productores tabacaleros en continuar produciendo tabaco, hoy por hoy indispensable para el devenir equilibrado de siete provincias
argentinas, alejadas todas de los beneficios del país central.
Es una realidad evidente que conformamos un sector plenamente responsable del bienestar de muchos.
Esto nos obliga a todos, pero muy especialmente a quienes ejercemos la dirigencia, a trabajar denodadamente para estabilizar la producción, fortaleciéndola en términos de
sostenibilidad y previsibilidad, condiciones ineludibles para permanecer en los mercados.
Nada de esto sería posible sin la madurez institucional que, dicho sin jactancia, hemos alcanzado.
Una producción como la nuestra no se sostiene con un mero voluntarismo de producir.
La exigencia de una ecuación que contempla la disponibilidad de tierra, agua, maquinaria, herramientas, instalaciones y recursos económicos, además de compromisos fehacientes de compra por parte de acopiadores responsables; demuestran claramente que no se trata de un negocio de oportunidad.
Hoy por hoy, estos factores están disponibles.
No fue fácil llegar al convencimiento generalizado de plantar lo que se puede cultivar y regar, cultivar y regar lo que se puede cosechar y procesar y cosechar y procesar lo que se puede vender.
No faltan quienes insisten con nostalgia en la producción de hace más de una década, sin mencionar siquiera que al margen de que hemos sufrido desajustes climáticos y perjuicios fitosanitarios severísimos, debimos atravesar la retracción internacional en la demanda, la reducción de los stocks y las consecuencias inevitables de las políticas antitabaco en las decisiones del mercado.
Nuestra propuesta en cambio, asumida por la gran mayoría de los productores fue la de reducir las hectáreas plantadas y mejorar los rendimientos tanto cuantitativos como cualitativos.
Así como los productores cumplieron su compromiso, las organizaciones que ellos integran cumplieron son sus cometidos, ya sean estos mutuales, gremiales o comerciales.
Hoy el productor es puntual y eficazmente atendido en sus necesidades y requerimientos.
La provisión de insumos, entre los que se destacan las diez mil toneladas de fertilizantes (casi la totalidad de lo que demanda Salta) por parte de nuestra cooperativa que los produce y distribuye; la disponibilidad comunitaria de maquinarias y herramientas y centros de secado y los sistemas de cobertura por daños de siniestralidad, tanto los del granizo o los de incendio en las estufas; configuran un régimen de igualdad de
oportunidades capaz de permitir las existencia de productores de todas las escalas y
todas ellas en condiciones de competitividad.
Tal vez lo más destacable y audaz, fue la decisión de celebrar una alianza comercial con un líder mundial, lo que nos permitió convertir a nuestra cooperativa en la principal acopiadora del tabaco salteño-jujeño.
22.000 toneladas acopiadas, con un grade index del orden del 77%, un precio de acopio superior en un 10% al resto de los compradores, un stock acotado a la normalidad del mercado y nuestra condición de proveedores habituales de las principales empresas fabricantes de cigarrillos a nivel mundial, muestran el acierto del acuerdo.
Pero nada de esto tendría un sentido verdaderamente social, sin el compromiso asumido de hacernos responsables del bienestar de nuestros trabajadores y de sus familias.
Convencidos de que la informalidad en el empleo atenta contra la sustentabilidad de la cadena productiva, afectando en particular a los eslabones más sensibles – los trabajadores- y en general a todos los participantes, fue que asumimos la firme determinación de eliminar el trabajo sin registrar en nuestras plantaciones.
A cinco años de suscrito el Convenio de Corresponsabilidad Gremial con la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) mediante el cual se ha establecido una tarifa sustitutiva para atender al pago de los aportes personales y las contribuciones patronales correspondientes a los trabajadores, nos hemos afianzado en
la utilización de una importante herramienta que posibilita el estricto cumplimiento de nuestras obligaciones patronales y nos coloca en situación de lograr la total registración de la mano de obra ocupada.
Los trabajadores tienen así asegurado el cabal cumplimiento de sus aportes y contribuciones y el puntual acceso a los beneficios que la seguridad social de la República Argentina les brinda a ellos y a sus familias.
Los productores por su parte cuentan con recursos y sistemas simplificados que los resguarda de cualquier situación de evasión e incumplimiento, sobre todo en las demandas cíclicas y estacionales, tan marcadas en la actividad.
Finalmente, el estado nacional se favorece evitando la elusión fiscal y los controles e inspecciones a fin de impedir el trabajo irregular.
Es importante señalar también las acciones para erradicar el trabajo infantil asumidas por el sector en su conjunto y de las que participan generosa y protagónicamente, en una acabada muestra de articulación público-privada, tanto el gobierno nacional como el provincial y empresas ajenas al quehacer tabacalero.
Tanto los chicos como sus padres reciben en ellas formación y capacitación, porque formar y capacitar antes que dar, es lo que diferencia a las acciones de responsabilidad social empresaria, del mero asistencialismo.
Consolidadas en el tiempo y enriquecidas con la experiencia, son reconocidas a nivel mundial y replicadas en otras actividades y escenarios.
Cierto es que existen problemas o asuntos de cuidado.
Un par de ellos, merecen especial atención.
El Fondo Especial del Tabaco es condición sine qua non para la continuidad de la producción y esto lo saben bien quienes están empeñados en terminar con ella. Es fundamental que los legisladores de las provincias que de ella dependen, se opongan con determinación a los intentos de darle aprobación legislativa a la adhesión al Convenio Marco para el Control del Tabaco.
Lo que debía hacerse para legislar en defesa de la salud, ya está hecho.
Con respecto a las remisiones de recursos del Fondo, un comentario que no llega a ser queja.
Sería muy deseable contar con ellos en los primeros días de cada mes, para que podamos atender puntualmente las facturas de servicios.
Con respecto a uno de ellos el gas natural, es oportuno recordar los que se dijo en el último Foro nacional Tabacalero sobre la necesidad de “la adecuación de una tarifa única y equitativa que permita continuar a nuestro sector en el circuito productivo, mediante la bonificación de dichas tarifas reconociendo las inversiones efectuadas por el sector tabacalero en el tendido de redes que, además de beneficiar a las áreas propias del cultivo, llevaron el servicio a los pueblos del área tabacalera. Ello teniendo en cuenta además que el consumo total se realiza en épocas a contra estación (enero a abril) del mayor consumo general del país”

Hemos asumido con determinación y convicción una acción gremial empresaria sin enfrentamientos.
Cuando la crispación de lo irreconciliable pareciera hoy se moneda corriente en los cuatro puntos cardinales del planeta, nosotros preferimos la negociación ante las diferencias y la cooperación ante las coincidencias.
Así han sido posibles muchos de nuestros logros, acuerdos, convenios y acciones conjuntas con los más diversos sectores.

Esteban Amat Lacroix